LAS FABULOSAS AVENTURAS DEL INCREÍBLE HOMBRE GAPO.
CAP. 7. VIAJE.
Ya la estación de autobuses le pareció gigante, como un inmenso granero, pensó. Los vagabundos olían a metros de distancia, bebiendo, durmiendo y viviendo en esos asientos reservados a clientes. Debía ser la estación más oscura de la ciudad. Sale, es ya de noche, invierno en Chicago. Se ajusta el gorro de lana de su madre hasta las orejas. Sube el cuello de su abrigo tres cuartos y mira aburrido la dirección que tomar. El vapor que sale de la alcantarilla no le deja ver bien por dónde pasar. Al cruzarla, un negrata empapado en crack se lanza directo hacia él preguntándole la hora. Gapo se la dice con exactitud, la de Chicago. El hermano le pide ese bonito reloj, y ya de paso esa mochila de paleto de Minnesota. A eso se niega. Gapo tiene un secreto, un carácter y una cualidad. El asaltante se pone nervioso, acaricia con una navaja reluciente la garganta de Gapo. Le pide la mochila. Gapo no cede, el drogata se pone nervioso, forcejean, y la navaja acaba clavada en el pecho de Gapo. Gapo tranquilo. El negro desquiciado le vuelve a clavar la navaja, chas chas chas chas. Gapo con cara de costumbre. Tras diez minutos de puñaladas Gapo sigue intacto. El negrata empapado en crack echa a llorar, como una magdalena, como una gata en celo, como en el entierro de James Brown. Cae desfallecido. Gapo, aburrido y contento, ha salvado su novela de Corín Tellado[1].
La revista del instituto, los periódicos y la televisión del condado habían difundido las imágenes del incidente en los Campeonatos de Atletismo del Condado, ya lo sabían en otros estados. Querían entrevistar a Gapo en Chicago, Illinois.
[1] Nota del Editor: Escritora de culto en España. Creadora del romanticismo pastelero más radical de la historia de la literatura universal. Comparada injustamente en ocasiones con Cortázar, Galeano, Benedetti y Lezama Lima, ha sabido superar a esta banda de escritores en sus casi 200 años de vida y cientos de libros hechos como churros.